Probablemente sepas que nuestro país está integrado a una gran zona generadora de sismos, y que seguramente éstos han ocurrido durante miles de años.
Lo que sí se sabe es que los epicentros de la mayor parte de los terremotos de gran magnitud (mayores de 7 grados), que ocasionan grandes daños, se ubican en la costa del Pacífico, a lo largo de Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Aunque también han ocurrido grandes sismos en el centro y el sur de Veracruz y Puebla, norte y centro de Oaxaca y Chiapas, Estado de México y la península de Baja California, especialmente en la zona fronteriza con los Estados Unidos.
A cambio, en los estados de Zacatecas, Durango, Sinaloa y Sonora, la sismicidad es más bien escasa; aunque a fines del siglo XIX, en este último estado ocurrió un sismo de magnitud 7.3. En los estados restantes no se han originado movimientos sísmicos de importancia, aunque algunos (como Nayarit, Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Tlaxcala y Tabasco) llegan a ser afectados por los grandes sismos que se originan en otras regiones.
En ese sentido, el territorio mexicano está clasificado según el peligro sísmico al que están sujetas las construcciones. Se han delimitado cuatro zonas: A, B, C y D, cuyo peligro es de menor a mayor; básicamente se determinaron en función de la sismicidad propia de cada región.
A esta clasificación se le conoce como regionalización sísmica y tiene como objetivo principal proporcionar a los diseñadores y constructores la información necesaria para el cálculo de valores para diseño de obras, de tal manera que resulten suficientemente seguras y su costo no sea excesivo. Se advierte que esta regionalización es aplicable a estructuras construidas en terreno firme; no se toma en cuenta el fenómeno de amplificación del movimiento sísmico por efecto de suelos blandos. Esto puede ser decisivo para el peligro sísmico de algunos lugares, como la CDMX.
Regresando al tema de las zonas, tenemos que la zona A es aquella donde no se tienen registros históricos, hay escasa actividad sísmica y de baja magnitud, no se han reportado sismos grandes en los últimos 80 años y las aceleraciones del terreno son menores al 10% del valor de la gravedad (g).
Las zonas B y C, presentan sismicidad con menor frecuencia, o bien, están sujetas a aceleraciones del terreno que no rebasan el 70% de g. Zonas de intensidad intermedia con sismos poco frecuentes.
En la zona D han ocurrido con frecuencia grandes temblores y las aceleraciones del terreno que se esperan pueden ser superiores al 70% de g. Se presentan sismos muy frecuentes y ahí han ocurrido los de mayor magnitud y han generado daños.
A nivel general las zonas con mayor concentración y propensión sísmica se encuentran en la costa occidental de México. En estas zonas puede que ocurra una gran actividad sísmica ya que las placas necesitan liberar energía acumulada. y entre los lugares con más alto riesgo en todo el país están las brechas de Guerrero, de Jalisco y la de Chiapas.
En México hay terremotos, pero no en todo el país; incluso hay sitios donde no se siente nada y otros lugares donde el suelo se mueve como si fuera agua.
Los estados donde más tiembla son: Colima, Jalisco, Michoacán, Querétaro, Hidalgo, México, Veracruz, Guerrero, Morelos, Puebla, Oaxaca, Chiapas, Tabasco.
La Ciudad de México es un lugar con mucho movimiento, pero también aquí, según la composición del suelo, hay lugares donde parece que estás en un barco cuando tiembla y otros donde casi no se siente nada.
Sismología de México
Por último, vale decir que México es un país que se encuentra ubicado en las regiones sísmicas más activas del mundo. Está atravesada dentro del área donde se conoce la mayor actividad sísmica del planeta llamado “Cinturón Circumpacífico”, “Cinturón de Fuego del Pacífico”. Los altos riegos de sismos en México se deben principalmente a las interacciones con las placas de Norteamérica y choques entre las placas de la Rivera y los Coco. Asimismo las fallas que recorren varios de los estados son un problema, aunque en menor escala que las mencionadas.